martes, 27 de mayo de 2008

LOS PRODIGIOS DE LASTANOSA

“Entraron con esto dentro de la casa donde parecía haber desembarcado la de Noé, teatro de prodigios, tan a sazón, que estaba actualmente el discreto Salastano, haciendo ostentación de maravillas a la curiosidad de ciertos caballeros, de los muchos que frecuentan sus camarines.”

Esta párrafo de El Criticón de Baltasar Gracián, describiendo la casa de Salastano, paráfrasis de Lastanosa, nos sirve de introducción para otra de las grandes colecciones del siglo XVII en España, la colección que el erudito Vicencio Juan de Lastanosa (1607-1681) poseía en su palacio de Huesca.

Famosa ya en su época, se decía que el que va a Huesca y no ve casa de Lastanosa no ve cosa, fue de hecho visitada por Felipe IV, de incógnito, en dos ocasiones. Afortunadamente tenemos varias descripciones de la época que permiten hacernos una idea de cómo era esta colección.

Se encontraba organizada en torno a la librería y la armería, además del jardín. Seis piezas tenía la armería, en las que se encontraban armas, armaduras, banderas, equipamiento militar y una serie de autómatas que representaban animales–serpientes, dragones, leones, leopardos, grifos, elefantes, rinocerontes, camellos, panteras, tigres… todos ellos “
de charol”, “con sus bien imitadas fierezas, y, con ciertos artificios, qual brama, qual ruxe y qual silva”.

La librería se organizaba en torno a cinco piezas grandes, en ellas, junto a las estanterías para los libros se encontraban los objetos propios de la cámara de maravillas, dentro de escritorios preciosos, por encima de las estanterías, y por debajo, o colgados del techo se encontraban piezas arqueológicas, instrumentos científicos, animales disecados y otras curiosidades naturales, miles de monedas antiguas, piedras preciosas, camafeos, pinturas…En la descripción de 1639, Lastanosa se detiene en cuatro espejos deformantes, regalados por el duque de Orleáns, y de los que describe las transformaciones de la imagen en cada uno de ellos. Aparecen también otros artificios para crear efectos visuales por medio de falsas perspectivas, cristales y espejos.

Las colecciones de objetos de la naturaleza que poseía Lastanosa pueden considerarse como el más antiguo gabinete de ciencias de los documentados en España. Poseía un amplia colección de minerales y rocas, más de 2000 camafeos y piedras preciosas y sobre todo una amplia colección de fósiles
“huessos de gigantes […] y otra gran multitud de empredimientos que producen estos Pirineos, como miembros de hombres, animales, árboles, plantas, frutas, aves, peces, infestos como tortugas, ranas, sanguijuelas, lombrizes, caracoles y conchas de casi quantas diferencias ay en la mar y en la tierra”. Poseía además conchas de moluscos, objetos de marfil, como una bocina de arte sapi-portugués –única pieza de la que conocemos su imagen- huevos de avestruz, corales, “un ipotomo o caballo marino entero” [un caballito de mar], “un basilisco […] hecho cezina y otro basilisco polluelo del tamaño de una nuez”, junto a numerosos animales disecados locales y foráneos.

Más información tenemos de los jardines de su palacio, divididos en dos por un arroyo, la parte izquierda, de mayor tamaño, tenía árboles frutales y rosaledas. La parte derecha, larga y estrecha, tenía una calle bordeada por arbustos y árboles frutales que iba a desembocar en un jardín manierista, con cuadros de rosales, la casa del jardinero, un reloj vegetal, laberinto y un lago rectangular, adornado con esculturas de Neptuno y Venus, en cuyo centro, a manera de isla artificial, se alzaba un pabellón circular, de piedra, con esculturas, ocho arcos y otros tantos pilares. El conjunto se remataba en su parte superior con una representación microcósmica difícil de interpretar. Este jardín tenía animales de todo tipo –aves, peces, leones, tortugas, serpientes, mariposas- y todo tipo de plantas.

“[…]
No registraban cosa que no fuese rara, hasta las sabandijas, tan comunes en otras huertas, aquí eran extraordinarias, porque estaban los camaleones en alcándaras de laureles, dándose hartazgos de vanidad…