viernes, 20 de junio de 2008

COMERCIO Y GABINETES. EL COLECCIONISMO DE CONCHAS

El comercio de curiosidades de gabinete siempre ha sido un negocio, lo fue desde que comenzó el auge por esta clase de colecciones en el siglo XVI. La red comercial que la poderosa familia Fugger tenía por todo el mundo, permitió a Hans Jacob Fugger suministrar múltiples piezas no sólo a la colección de Alberto V, elector de Baviera, poseedor de una de las mayores Wünderkammern del manierismo sino al mismísimo Felipe II.

Pero cuando verdaderamente alcanzó importancia fue en el siglo XVIII y donde mejor se observa es en el auge del coleccionismo de conchas. De todos los materiales de historia natural con los que se comerciaba, las conchas siempre han sido las más populares, debido sobre todo a su belleza intrínseca y a su gran variedad de especies diferentes, desde las más raras a las más comunes.

Ya desde el siglo XVI con los descubrimientos de las Indias Occidentales y posteriormente de las Orientales, las conchas eran buscadas por la élite comercial e intelectual de Europa. Poseemos numerosas representaciones de conchas tanto en libros ilustrados como en pinturas por toda Europa, siendo muy populares en los Países Bajos, aunque en España también se pueden ver en obras de Antonio Pereda o Juan Bautista de Espinosa que incluyeron ejemplares en algunos de sus bodegones.

Desde finales del siglo XVII, el coleccionismo de conchas en los Países Bajos tenía una importancia tal como para soportar un activo mercado así como numerosas subastas. Existía una abundante literatura sobre el tema, destacando la obra de Martin Lister, Historia Conchyliorum, aparecida entre 1685 y 1692 con abundancia de ilustraciones. Es una obra interesante porque muchas de las imágenes proceden de otras colecciones aparte de la suya propia y que Lister había conocido a través de sus viajes por Londres y París.

A los coleccionistas les gustaba mucho dar a conocer sus propias colecciones mediante publicaciones, algunas muy lujosas, como la excelente
Thesaurus, del holandés Albertus Seba (1665-1736) publicada en 5 tomos; D’Amboinsche rariteitkamer, publicada en Ámsterdam en 1705 con piezas de la colección de Georg Eberhard Rumpf (o Rumphius) obtenidas durante su estancia en Indonesia o S. Schijnvoets muntkabinet der Roomsche keizers en keizerinnen (Ámsterdam, 1695).

Otras publicaciones como  
La lithologie et la conchyliologie, (París, 1742) de Antoine-Joseph Dezallier d’Argenville dedica un capítulo a los principales gabinetes de curiosidades de París y de varios países de Europa, incluida España. La publicación de este libro en París no es casual, ya que por aquellos años el coleccionismo de conchas en Francia había alcanzado una gran difusión, sobre todo a partir de las subastas organizadas por Edmé-François Gersaint.

Conocido sobre todo por ser el marchante de Watteau, en 1736 organizó la primera de una serie de subastas de conchas, que venían completadas por la publicación de catálogos de la subasta cuyo fin no era sólo vender sino también crear un nuevo interés en este aspecto del coleccionismo.

Su primera publicación de extenso nombre,
Catalogue raisonné des Coquilles et autres curiosités naturelles. On y a joint quelques observations sur les coquilles, avec une liste des principaux cabinets qui s'en trouvent, tant dans la France que dans la Hollande ; avec une autre liste des Auteurs les plus rares qui ont traité de cette matière, et une table des noms arbitraires, tant françois que francisés, attribués aux Coquilles par les Curieux. Paris, 1736, no sólo es una descripción de lotes a la venta sino que nos informa de las principales colecciones de conchas en Holanda y Francia, además de proporcionar abundante bibliografía sobre el tema. La portada del texto es un grabado a partir de un dibujo de Boucher en el que se representa un artístico arreglo realizado con conchas, corales y gorgonias que se convertiría en una moda durante el rococó.

En 1757 las conchas alcanzaron los máximos precios en las subastas de París. La venta de la colección formada en Holanda por el embajador francés, el marqués de Bonnac tuvo lugar en la casa de subastas de Pierre Remy, comprendiendo varios miles de ejemplares distribuidos en 668 lotes. El importe total alcanzado fue de 22500 libras francesas, alcanzando una sola de ellas, un ejemplar de Muricanthus radix Gmelin la fabulosa cifra de 1700 libras.

A partir de esta subasta el precio de las conchas fue disminuyendo aunque comparadas con piezas de arte su valor seguía siendo elevado, por ejemplo, en la venta de Pedro Franco Dávila en París en 1767 el ejemplar más caro se vendió por 398 francos, mientras que pinturas de El Greco y Alonso Cano presentes también en su colección s vendieron por 24 y 18 francos respectivamente.

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